Sociedad


Tras el inicio de los ataques de EEUU contra el llamado "terrorismo internacional" se vuelve a hablar de un país olvidado: Somalia. Tras fracasar la intervención militar internacional de principios de los noventa y el desembarco de tropas norteamericanas en la operación "Devolver la esperanza", la población somalí permanece avocada al olvido.
En la confusión de rumores a partir de la guerra en Afganistán, un representante norteamericano comunicó un ultimátum al país africano para acabar con el terrorismo si no quería sufrir represalias. Posteriormente, sin embargo, el secretario de defensa norteamericano Donald Rumsfeld, ha desmentido, a través de la BBC, que el Gobierno de Washington vaya a atacar Somalia.
Somalia es un país donde la población civil -más de diez millones de personas- padece desde hace once años, no sólo las consecuencias de un conflicto crónico y olvidado, sino también el hecho de ser el único Estado del mundo sin gobierno efectivo y abandonado completamente por la comunidad internacional.


Las pocas organizaciones humanitarias internacionales que continúan trabajando en terreno somalí, como es el caso de Médicos Sin Fronteras, son los únicos testigos y portavoces internacionales del sufrimiento de la población civil.
Más de diez años de guerra han hecho que la prioridad de la población somalí sea la supervivencia. Sin embargo el país africano se mueve en un clima de impunidad general que lleva consigo la violencia indiscriminada y las graves violaciones de los derechos humanos. Asimismo, ningún organismo internacional controla las violaciones sistemáticas del embargo internacional de armas impuesto a Somalia en 1992, a través de los países fronterizos. Por el contrario, las armas y la fuerza siguen imponiendo su ley en el país.


Hay que destacar también que las frecuentes catástrofes naturales -en forma de sequías, inundaciones y epidemias- se ven agravadas por los efectos devastadores de la guerra: la destrucción y la falta de mantenimiento de las infraestructuras, estructuras sanitarias, escuelas etc. El cólera y el sarampión, por su lado, son endémicos y hay que decir que el actual conflicto ha provocado la escasez del agua, ya que menos del 20% de la población tiene acceso a agua potable.
Desde el comienzo del conflicto, se ha producido la muerte o el desplazamiento de más de dos millones de personas y hoy en día Somalia es el sexto país del mundo en número de refugiados. Paralelamente se calcula que las personas desplazadas internamente se elevan a 300.000, sólo en la capital Mogadiscio.


Todos estos indicadores que muestran la situación de vulnerabilidad de la población se ven exacerbados por el progresivo abandono de la comunidad internacional. La inestabilidad crónica y las difíciles condiciones de seguridad han provocado también que la mayoría de organizaciones internacionales cierren sus proyectos en la zona. En la actualidad, Mogadiscio es una de las capitales más aisladas del mundo, y casi no existen testigos internacionales del sufrimiento de las poblaciones.
Esta es, en resumen, la situación de la población en Somalia. Ante la coyuntura internacional actual, los somalíes intentarán sobrevivir un día más, al margen de Bin Laden y de la guerra contra el terrorismo.


Mientras los políticos discuten sobre si bombardear o no Somalia como próximo paso en la guerra internacional contra el terrorismo, los trabajadores humanitarios esperamos que el brote anual de cólera que afecta al país desde hace siete años no se declare. Un azote más a una población olvidada